¡Que viva el fracaso!
Fracaso, según la Real Academia Española significa tener un resultado adverso de una empresa, un suceso lastimoso, una caída o ruina de algo; sin embargo, no estamos del todo de acuerdo ya que para nosotros fracasar es una manera de reinventarse, evolucionar y crecer.
Debido a la connotación negativa que se le ha dado a lo largo del tiempo al fracaso, la persona que lo sufre es vista de manera negativa socialmente, inclusive él/ella se autocastigan preguntándose “¿por qué a mí?”, “¿qué hice mal si seguí todas las reglas?”. En lugar de ponerte en el papel de víctima y estar por todos los rincones de tu casa y reuniones con amigos con la misma cantaleta, detente y analiza realmente qué fue lo que hiciste u omitiste para entender en qué punto fue que perdiste la dirección / visión que te llevó a fracasar.
No es que exista una regla universal que establezca que a los tres fracasos uno ya aprende algo, al contrario, creemos que mientras más intentes cosas y te arriesgues, tienes más probabilidades de equivocarte; pero esto es bueno, pues te da oportunidad de replantear tu rumbo, ver cuáles son las verdaderas prioridades, evaluar tus capacidades para dar respuesta a todos los deberes o proyectos y así volver a intentar “levantar el bote”.
El punto aquí es que no tengas miedo de proponer y de actuar, en otras palabras no temas fracasar. Pero ojo, sé objetivo y no te embarques en proyectos que de antemano sabes que no podrás concretar, ya sea por infraestructura, por falta de recursos (tiempo, dinero, humano) o por no tener el conocimiento. Se vale decir que NO, es mejor ser sincero con tu jefe (y contigo mismo) desde el principio y no por aceptar un trabajo te comprometas hacer algo que no sabes si lograrás entregar por falta de algunos de los factores mencionados líneas arriba. Sé honesto y si decides aceptar el proyecto, debes decirle las condiciones; eso se llama ética profesional.
Ahora bien, fracasar no es cuestión de género, hombres y mujeres fracasan por igual, pero lo viven de diferente manera. En Victoria 147, hemos platicado con mujeres que trabajan ya sea en su emprendimiento o en un corporativo y encontramos que ellas se exigen demasiado, debido a las demandas que la sociedad aún le impone, en otras palabras, ser buenas madres, esposas, amigas, profesionistas, ciudadanas y la lista sigue. Por ello, para lograr un balance en sus vidas, llegan a exigirse demasiado para abarcar todo y tratar de cumplirlo al cien; pero cuando fallan en algo, es cuando se “desmoronan” y vuelven a exigirse aún más. Por el contrario, el hombre todavía tiene un poco más de flexibilidad en cuanto a los “deberes sociales”, pongamos un ejemplo: si la mujer no va al festival del hijo por estar en el trabajo, es una mala madre; pero si va al festival y no asiste a una junta, es una mala profesionista; en cambio, el hombre si no va al festival por quedarse en el trabajo es visto como responsable y si decide ir al festival es “un súper papá”. Afortunadamente esto está cambiando y en Victoria 147 tratamos de cambiar ese chip al apoyar a la mujer a encontrar ese balance en su vida profesional y personal.
¿Has vivido algo parecido?, seguro sí si eres mamá o quizá alguien conocido ha pasada por esto. Lo que recomendamos es que primero que entiendas que no eres ni mala madre, ni profesionista, simplemente no es posible estar en todo; y segundo, comienza a marcar prioridades y definir qué sí estas dispuesta a “sacrificar” y qué no, para que cuando llegue el momento de decidir entre uno y otro no te sientas mal por la elección hecha.
Otra buena opción es involucrarlos en tu trabajo; cuéntales cómo te fue en el día, el proyecto que estás haciendo y si puedes llévalo a la oficina, así ellos verán qué haces cuando dices que trabajas y además se sentirán parte de esto.
Finalmente, si ya fracasaste te invitamos a seguir estos tres pasos que pueden ayudarte a abrir tu panorama y revertir lo negativo del fracaso en algo positivo con lo que descubras durante tu análisis de introspección:
- Analiza los resultados. Evalúa los pasos que realizaste para llegar a esa situación, ve qué faltó, qué dejaste pasar o bien en qué te confiaste de más. No se trata de flagelarte, sino de ser sincero y ver los factores posibles que pudieran haber afectado el resultado.
- Platica de tu fracaso. Se vale llorar por un rato (sí, los hombres también permítanse hacerlo, pues es una manera de desahogar su frustración y no implica disminuir su hombría). Llora, habla pide consejo; mantén tu mente abierta a los comentarios de quienes te están aconsejando. Pero, ojo no vivas en eterna plática, una vez que hayas escuchado, evalúa y actúa para corregir, re direccionar el rumbo y volver a intentar.
- Sé el ave Fénix. Al igual que este ser mitológico, resurge de tus cenizas. Conviértete en un fénix, levántate de tus errores, perfecciona y comienza de nuevo.
-Compartelo con tus amigos
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