miércoles, 22 de marzo de 2017

¡Que viva el fracaso!

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¡Que viva el fracaso!



Fracaso, según la Real Academia Española significa tener un resultado adverso de una empresa, un suceso lastimoso, una caída o ruina de algo;  sin embargo, no estamos del todo de acuerdo ya que para nosotros fracasar es una manera de reinventarse, evolucionar y crecer.
Debido a la connotación negativa que se le ha dado a lo largo del tiempo al fracaso, la persona que lo sufre es vista de manera negativa socialmente, inclusive él/ella se autocastigan preguntándose “¿por qué a mí?”, “¿qué hice mal si seguí todas las reglas?”. En lugar de ponerte en el papel de víctima y estar por todos los rincones de tu casa y reuniones con amigos con la misma cantaleta, detente y analiza realmente qué fue lo que hiciste u omitiste para entender en qué punto fue que perdiste la dirección / visión que te llevó a fracasar.
No es que exista una regla universal que establezca que a los tres fracasos uno ya aprende algo, al contrario, creemos que mientras más intentes cosas y te arriesgues, tienes más probabilidades de equivocarte; pero esto es bueno, pues te da oportunidad de replantear tu rumbo, ver cuáles son las verdaderas prioridades, evaluar tus capacidades para dar respuesta a todos los deberes o proyectos y así volver a intentar “levantar el bote”.
El punto aquí es que no tengas miedo de proponer y de actuar, en otras palabras no temas fracasar. Pero ojo, sé objetivo y no te embarques en proyectos que de antemano sabes que no podrás concretar, ya sea por infraestructura, por falta de recursos (tiempo, dinero, humano) o por no tener el conocimiento. Se vale decir que NO, es mejor ser sincero con tu jefe (y contigo mismo) desde el principio y no por aceptar un trabajo te comprometas hacer algo que no sabes si lograrás entregar por falta de algunos de los factores mencionados líneas arriba. Sé honesto y si decides aceptar el proyecto, debes decirle las condiciones; eso se llama ética profesional.
Ahora bien, fracasar no es cuestión de género, hombres y mujeres fracasan por igual, pero lo viven de diferente manera. En Victoria 147, hemos platicado con mujeres que trabajan ya sea en su emprendimiento o en un corporativo y encontramos que ellas se exigen demasiado, debido a las demandas que la sociedad aún le impone, en otras palabras, ser buenas madres, esposas, amigas, profesionistas, ciudadanas y la lista sigue. Por ello, para lograr un balance en sus vidas, llegan a exigirse demasiado para abarcar todo y tratar de cumplirlo al cien; pero cuando fallan en algo, es cuando se “desmoronan” y vuelven a exigirse aún más. Por el contrario, el hombre todavía tiene un poco más de flexibilidad en cuanto a los “deberes sociales”, pongamos un ejemplo: si la mujer no va al festival del hijo por estar en el trabajo, es una mala madre; pero si va al festival y no asiste a una junta, es una mala profesionista; en cambio, el hombre si no va al festival por quedarse en el trabajo es visto como responsable y si decide ir al festival es “un súper papá”. Afortunadamente esto está cambiando y en Victoria 147 tratamos de cambiar ese chip al apoyar a la mujer a encontrar ese balance en su vida profesional y personal.
¿Has vivido algo parecido?, seguro sí si eres mamá o quizá alguien conocido ha pasada por esto. Lo que recomendamos es que primero que entiendas que no eres ni mala madre, ni profesionista, simplemente no es posible estar en todo; y segundo, comienza a marcar prioridades y definir qué sí estas dispuesta a “sacrificar” y qué no, para que cuando llegue el momento de decidir entre uno y otro no te sientas mal por la elección hecha.
Otra buena opción es involucrarlos en tu trabajo; cuéntales cómo te fue en el día, el proyecto que estás haciendo y si puedes llévalo a la oficina, así ellos verán qué haces cuando dices que trabajas y además se sentirán parte de esto.
Finalmente, si ya fracasaste te invitamos a seguir estos tres pasos que pueden ayudarte a abrir tu panorama y revertir lo negativo del fracaso en algo positivo con lo que descubras durante tu análisis de introspección:
  1. Analiza los resultados. Evalúa los pasos que realizaste para llegar a esa situación, ve qué faltó, qué dejaste pasar o bien en qué te confiaste de más. No se trata de flagelarte, sino de ser sincero y ver los factores posibles que pudieran haber afectado el resultado.
  2. Platica de tu fracaso. Se vale llorar por un rato (sí, los hombres también permítanse hacerlo, pues es una manera de desahogar su frustración y no implica disminuir su hombría). Llora, habla pide consejo; mantén tu mente abierta a los comentarios de quienes te están aconsejando. Pero, ojo no vivas en eterna plática, una vez que hayas escuchado, evalúa y actúa para corregir, re direccionar el rumbo y volver a intentar.
  3. Sé el ave Fénix. Al igual que este ser mitológico, resurge de tus cenizas. Conviértete en un fénix, levántate de tus errores, perfecciona y comienza de nuevo.

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